viernes, 30 de julio de 2010

El abuelo se empomó al perro

No lo conté nunca hasta ahora pero esto es verídico, lo juro por estos ojos que vieron lo que no conté nunca hasta ahora. El abuelo se empomó al perro. Quizás sea por eso que nunca volvió a tener una erección (el can digo, el abuelo murió al verano siguiente), quizás sea por eso que se le fueron cayendo los dientes uno a uno como pétalos de margaritas (me quiere, no me quiere) y dejo de callejear por las tardecitas y se dejo morir de pena (el abuelo digo, el perro todavía anda por ahí). Tampoco es que sea tan triste la vida del perro; aún corre a las palomas del parque y es capaz de manducarse alguna si esta lo suficientemente enferma o distraída y todavía tira tarascones a las personas con nariz ganchuda y sigue durmiendo al solcito en las noches de luna caliente. Tal vez no sea una cosa de causa y efecto, quizás el abuelo no tenga nada que ver, y simplemente se está poniendo viejo (ya saben, años perrunos) Pero hay un algo, un brillo que ya no esta.

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